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Los 7 signos de alerta del cáncer infantil

signos de alerta

Conocer los signos de alerta de una enfermedad es algo crucial, especialmente en el caso de enfermedades tan serias como el cáncer. Y más aún en un caso tan raro como el cáncer infantil, que se suele tardar en diagnosticar. Conociéndolos, puede que aceleremos un poco el diagnóstico y así lo hallemos en una etapa menos avanzada.

Aclaraciones

Muchas veces, los inicios de la enfermedad suelen ser “asintomáticos”, es decir, puede ser que un niño tenga cáncer y que no haya tenido ninguno de estos síntomas. Muchas veces, los síntomas se relacionan con la localización del tumor, la de las metástasis o con otros síntomas inespecíficos, que no suelen salir hasta que la enfermedad ha avanzado bastante.

Dicho esto, empezamos con los signos de alerta a tener en cuenta.

Signos de alerta más comunes

Palidez, moretones, sangrados y dolor en los huesos

Hay muchas otras causas por las que un niño puede tener la piel pálida. Sin ir más lejos, es uno de los principales signos de la anemia. Pero en un posible caso de cáncer infantil, sí que es uno de los signos de alerta a tener en cuenta, sobre todo si cada vez se va poniendo más y más pálido con el tiempo.

En cuanto a los moretones, no nos referimos a que el niño haya podido darse un golpe y por eso tenga un moretón: en este caso, salen aparentemente sin motivo, al igual que ocurre con los sangrados. También pueden aparecer petequias, que son puntitos de color sangre en la piel. Todos estos síntomas pueden estar relacionados con problemas o alteraciones en las plaquetas.

El dolor de huesos es el síntoma más común en gente con cáncer de hueso. Puede que, al principio, solo duela al hacer ejercicio o caminar, o a las noches. Pero con el tiempo, el dolor será constante, e irá a peor.

Bultos o hinchazón, sobre todo si no tiene fiebre ni dolor

Tenemos ganglios por todo el cuerpo. Son unas pequeñas estructuras con forma de alubia que forman parte de nuestro sistema inmunitario. Estas estructuras pueden inflamarse, y eso puede ser (o no) uno de los signos de alerta a tener en cuenta. Muchas veces, pueden inflamarse por infecciones, y se soluciona bastante fácilmente. Normalmente, basta con ir al médico y tomar los antibióticos que nos recete.

En cambio, también pueden inflamarse por tener cáncer. En el caso de los niños, el más común es el linfoma no-Hodgkin. En este caso, deberemos hacer un seguimiento de los bultos, ya que si crecen, podría ser por este motivo.

Pérdida de peso, tos, fiebre, falta de aire o sudor a las noches

Muchas veces, son síntomas que podemos confundir con una bronquitis o una neumonía, ya que varios de estos síntomas son típicos de estas enfermedades. No obstante, también podrían ser causados por un tumor en el pulmón. Si en un principio se obtiene un diagnóstico de neumonía y no mejora con el tratamiento, puede empezar a sospecharse del segundo.

Cambios en el ojo o en la visión

Mirando a los ojos de los más pequeños también podemos encontrar varios signos de alerta. Aquí entrarían algunos como la pupila blanca, el estrabismo, la pérdida de visión o la hinchazón alrededor de los ojos. En el caso de la pupila blanca, podemos probar a hacerle una foto con flash: cuando lo utilizamos, normalmente salen los ojos rojos, pero si la pupila se le está aclarando, saldrá blanca.

Estos son los primeros signos de un tumor en la retina, también conocido como retinoblastoma. Es importante detectarlo a tiempo, ya que, tratado a tiempo, puede salvarse el ojo afectado y la vida del niño.

Inflamación en el abdomen

En la zona abdominal, hay varios órganos y tejidos que pueden desarrollar tumores malignos: el riñón, el hígado, los ovarios, los ganglios abdominales… Por eso, es muy importante ir a la revisión médica y que ahí se palpe el abdomen. Puede que no haya más signos de alerta que nos avisen de los posibles tumores que pueda haber en esa zona.

Hay veces que al ver la zona inflamada se piensa en problemas como un simple estreñimiento o una apendicitis, y ha habido casos en los que, en la misma operación de apendicitis se ha encontrado un tumor.

Dolor de cabeza y vómitos

Hablamos de un dolor de cabeza persistente y que empeora con el tiempo. Muchas veces es peor a las mañanas, y despierta al niño por las noches. Por supuesto, este dolor puede ser por otras muchas causas, pero también es un signo de alerta que debemos vigilar si el dolor no mejora con el tratamiento.

Con los vómitos también vigilaremos si ocurre a las mañanas (o despierta al niño) y si empeoran con los días. Podrían ser peligrosos si no tuvieran que ver con un problema gastrointestinal.

Dolor en los huesos con hinchazón

También sería uno de los signos de alerta a tener en cuenta si ocurre sin que el niño se haya dado ningún golpe. Pueden ser causados por tumores en el hueso o en el músculo. Muchas veces, se piensa que son golpes o infecciones, y se tratan como tal. Por eso, en muchos casos suelen encontrarse en etapas avanzadas, cuando el riesgo es bastante elevado.

La Federación Española de Padres de Niños con Cáncer (FEPNC), junto con otras asociaciones y entidades, ha hecho un cartel que resume los signos de alerta que debemos buscar.

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Deporte: ¿Cómo ayuda frente al cáncer infantil?

deporte

El deporte es algo que nos beneficia a todas las personas, independientemente de nuestro sexo, raza, edad o condición física. Hay incluso estudios que dicen que puede ayudar a prevenir algunos tipos de cáncer. Para las personas a las que ya les ha tocado esta enfermedad también tiene beneficios. Te los enseñamos aquí.

Principales beneficios del deporte

Además de cómo nos ayuda a las personas que no tenemos enfermedades (mejorar la autoestima, el humor, la depresión…), podríamos hablar de dos principales beneficios que tiene deporte para las personas con cáncer (o, en este caso, cáncer infantil).

Por un lado, reduce los efectos secundarios del tratamiento frente al cáncer infantil, como pueden ser las náuseas o la astenia (la sensación de cansancio). Muchas veces, frente a este último creemos que lo mejor es que nuestro hijo repose, cuando en realidad el deporte le vendrá mucho mejor. Sabemos que puede sonar raro o contraproducente, pero es un cansancio que mejora mucho con el ejercicio. Por supuesto, no podemos poner a nuestro hijo a correr una maratón el dia siguiente de recibir quimio; siempre hablaremos con su médico y haremos actividades que estén amoldadas a su situación.

Uno de los motivos por los que se recomienda el deporte para los niños con cáncer infantil es porque, al pasar tantas horas en reposo, nuestros hijos pierden masa muscular. Para recuperarla, tendremos que recurrir al ejercicio, poco a poco y ajustándolo a sus necesidades. Aun así, intentaremos hacer algo de ejercicio siempre que podamos, porque los músculos son muy importantes para nuestro organismo. Metabolizan los nutrientes y participan en la liberación de hormonas. Por esta razón, las personas con menor masa muscular tienen menos posibilidades de sobrevivir que aquellas con mayor masa muscular.

¿Qué hacer justo después de un tratamiento?

Es importante mantener el cuerpo activo siempre que podamos, aunque sabemos que no siempre es fácil. Si nuestro hijo acaba de recibir el tratamiento contra el cáncer infantil, tenemos que darle tiempo para que se recupere de los efectos secundarios. Empezaremos por actividades muy suaves, siguiendo las recomendaciones de sus médicos y, con el tiempo, iremos subiendo la intensidad y la duración de los ejercicios. Podemos empezar caminando con nuestro hijo despacio y pocos minutos al día. Por supuesto, si vemos que está muy cansado, no le obligaremos a hacerlo, aunque sí que intentaremos hacer deporte por lo menos 3 ó 4 días por semana.

Dependiendo de cómo avance nuestro hijo, podemos fijarnos unas pequeñas metas, como aumentar el tiempo 5 minutos o ir y venir del pasillo 10 veces. De todas maneras, tenemos que tener en mente que tienen que ser metas flexibles porque no queremos forzar a nuestro hijo a pasarse de sus límites. Por eso, en vez de, por ejemplo, decidir que tiene que andar 20 minutos al final de la semana, simplemente podemos poner la meta de andar 20 minutos y celebrarlo cuando llegue. También aprovecharemos los momentos en los que no estén tan cansados para intentar aumentar un poco el ejercicio y así poder progresar poco a poco.

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¿Qué ejercicios puede hacer mi hijo?

Como ya te imaginarás, depende de la situación en la que estaba tu hijo antes del cáncer infantil y de los hábitos que tuviera. Si empezáramos desde una situación de sedentarismo, lo primero sería, por supuesto, caminar. También lo sería si no puede moverse mucho por su tratamiento o si se siente muy cansado.

Como norma general, se recomienda caminar unos 30 minutos al día (o, por lo menos, 150 minutos a la semana). Si al principio no puede, no le forzaremos, pero intentaremos llegar a esa meta, ya sea a corto, medio o largo plazo. También se puede combinar con deportes como el Tai Chi o el Yoga. Puede que no le cansen tanto como otros, pero movilizan su cuerpo y ayudan a su masa muscular.

Poco a poco, les iremos ayudando a elegir algún deporte que les guste, ya que si lo hacen motivados les costará algo menos, ¡y además disfrutarán! De todas maneras, es importante que estemos a su lado para aconsejarles sobre qué deporte elegir. Muchas veces, a nuestros hijos les suele gustar mucho un deporte en particular, pero puede que por el tipo de cáncer infantil que hayan tenido no sea recomendable para ellos. Por ejemplo, por mucho que a nuestro hijo le guste la gimnasia artística, no sería recomendable si el cáncer infantil le ha afectado a los huesos.

La Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital U. Cruces a pesar de no disponer de un espacio adecuado en donde instalar un gimnasio, cuenta ya con 10 aparatos (2 bicis estáticas infantiles, 2 elípticas junior y 6 pedalinas), para que los niños, niñas y adolescentes con Cáncer ingresados, puedan jugar y ejercitarse durante los tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
Esta iniciativa, está englobada en el proyecto liderado por La Cuadri del Hospi que consiste, en implantar un programa para fomentar el ejercicio físico, reducir la fatiga y mejorar la calidad de vida de los y las menores diagnosticadas de Cáncer; el cual se está desarrollando de forma favorable, gracias al apoyo inestimable del equipo de enfermería y al excelente funcionamiento del acuerdo de colaboración con el Centro Aita Menni (Hermanas Hospitalarias) de Bilbao, especializado en la rehabilitación física y neurocognitiva.

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Psicooncología: Tan importante como desconocida

psicooncologia

La psicooncología es una especialidad que está entre la medicina y la psicología. Se encarga, como su nombre indica, de atender las necesidades psicológicas de una persona que tiene cáncer. Y es que, además de los problemas físicos, económicos… que nos pueda traer un diagnóstico de cáncer infantil, los psicológicos tampoco son precisamente pocos.

¿Cómo influye el cáncer psicológicamente?

Aunque muchas veces nos centramos en que nuestro hijo no sienta dolores o molestias, o en que no se sienta cansado y débil, esos no son lo único de lo que nos deberíamos preocupar. Y es que algunos estudios demuestran que casi la mitad de las personas que tienen cáncer desarrollan problemas emocionales, y en el caso de los familiares, aunque la incidencia sea menor, también nos afecta psicológicamente.

Algunos de los problemas que trata la psicooncología serían los transtornos depresivos o la ansiedad. Además, tanto las personas enfermas como sus familiares y demás personas de su entorno suelen mostrar mucho estrés.

Este tipo de tratamiento puede empezar en cualquier punto de la enfermedad, desde el diagnóstico hasta el duelo mismo, y nos ayuda a mejorar la parte psicológica de este largo y duro proceso.

Aun así, la mayoría de las personas que podrían beneficiarse de la psicooncología, no solicitan esta ayuda. Hay gente que no la pide, simplemente, porque no saben que existe esta especialidad, mientras que otros dejan la parte psicológica en un segundo plano, centrándose en aliviar ese dolor físico.

sesion de psicooncologia

¿Cómo puede ayudar la psicooncología?

Muchas veces, las personas que tienen cáncer (y, en un caso como el nuestro, también los familiares) tienen que cambiar su rutina completamente cuando se les da un diagnóstico, para poder ajustar su día a día al tratamiento. Eso, por sí solo, puede traer bastantes problemas psicológicos. Pero no es solo eso: también puede crear depresión, ansiedad, estrés… E incluso sentimientos de culpabilidad, tanto en los pacientes como en los familiares.

En el caso de los familiares, nos solemos centrar mucho en cómo estará nuestro hijo, si le duele algo, si necesita algo… Y creemos que nuestras preocupaciones no tienen tanta importancia como las suyas. Pero nosotros también necesitamos ayuda, también estamos pasando por momentos duros y también sufrimos las secuelas psicológicas de la enfermedad.

La psicooncología, además de ayudar a nuestro hijo con sus preocupaciones y problemas, nos da un espacio seguro en el que podemos hablar sobre nosotros. Podemos hablar sobre los problemas de los que no solemos hablar, sea cual sea el motivo, y nos ayudarán con ellos. También puede ser una buena opción en los casos en los que, desgraciadamente, nuestro hijo llega a una situación terminal. Puede ayudarnos a preparar la despedida y, después, a sobrellevar el duelo.

Tipos de tratamientos de la psicooncología

Educación e información

Cuando nos dan el diagnóstico o nuestro hijo va a comenzar un tratamiento nuevo, nos surgen muchas dudas que nos hacen sentirnos algo inseguros. En este tipo de intervenciones de psicooncología, nos darán la información que necesitemos. Eso nos ayudará a tomar las decisiones que tengamos que tomar. Además, al tener las cosas algo más claras, sentimos más control sobre la situación, y nos sentimos más fuertes para hacerle frente a los duros momentos que vienen.

Intervenciones conductuales

Este tipo de intervenciones nos ayuda a mejorar nuestra conducta frente a las adversidades que encontremos (que, probablemente, sean bastantes). Ayudará a nuestro hijo a sobrellevar de manera más sana los efectos secundarios de los tratamientos, y a nosotros a llevar mejor las malas noticias que puedan darnos.

Intervenciones individuales

Aquí es donde tanto nuestro hijo como nosotros, de manera individual, podremos hablar de nuestras preocupaciones personales. Recibiremos un trato totalmente personalizado, y nos servirá de apoyo emocional durante el proceso.

¿Cómo puedo acceder a servicios de psicooncología?

Hablando con el médico o alguien que se encargue de tu hijo, podrías preguntar si ofrecen ese tipo de servicio o si pueden darte alguna referencia de alguien. Si no, puedes hablar con padres de niños con cáncer, como la Cuadri del Hospi, para que te digan a quién han acudido ellos. Por último, podrías contactar con páginas web de psicooncologíahttps://www.psicooncologiaonline.com

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¿Qué son los cuidados paliativos?

cuidados paliativos

El cáncer y su tratamiento pueden causar muchas secuelas. A nuestro hijo puede causarle efectos físicos y psicológicos, y a nosotros, efectos psicológicos, sociales e incluso financieros. El tratamiento de estos efectos se le conoce como cuidados paliativos. Pueden empezar en el momento del diagnóstico o algo más tarde. Aquí te daremos la información que necesites sobre ellos.

¿Qué son exactamente lo cuidados paliativos?

Son los cuidados que intentan mejorar la calidad de vida de un paciente frente a una enfermedad grave. Es importante subrayar que no son cuidados destinados solamente a la enfermedad, sino que se centran en la persona, en el paciente, en su totalidad. Se busca evitar (o tratar, si ya han aparecido) los posibles efectos secundarios que puede traer el diagnóstico, la enfermedad y el tratamiento, sean efectos físicos, psicológicos o de cualquier otro tipo.

Pueden empezar en la fase terminal de la enfermedad, pero se recomienda empezar en el momento del diagnóstico mismo. De esta manera, se evitan esos efectos, en lugar de tratarlos. También nos ayudarán a llevar la enfermedad de manera diferente, tanto a nuestro hijo como a nosotros y al resto de su entorno.

En cuanto al lugar, los cuidados paliativos pueden recibirse tanto en la clínica misma, como en un hospital o en nuestra propia casa. Se analiza cada caso y se decide la opción que mejor se adecúe a nosotros.

Cuidados para el niño

Normalmente, los síntomas físicos son los que más se ven en los pacientes de cáncer infantil. Puede ser dolor, cansancio, malestar… Depende de cada persona, de su cuerpo y de su diagnóstico. Estos pueden ser causados por la enfermedad misma o por el tratamiento que reciba. El hecho de que se vean más que otro tipo de efectos tiene que ver con la edad. Y es que los niños, de pequeños, no conciben tan bien los conceptos que los adultos unimos al cáncer. Por eso, los más pequeños no suelen necesitar demasiada atención psicológica.

Eso no quiere decir que ningún niño vaya a necesitar de otro tipo de cuidados. Como hemos dicho antes, se valora cada caso y se actúa teniendo en cuenta las necesidades de cada uno. Por este mismo motivo, es importante realizar un seguimiento de nuestro hijo. Así, los cuidados paliativos podrán amoldarse a las nuevas necesidades que tengamos.

Cuidados para el entorno

En este caso, se podría decir que los efectos físicos son los únicos que no encontramos. Los más notables suelen ser los psicológicos. En este caso, nuestro equipo de cuidados paliativos nos ofrecerán ayuda y recursos para manejar las emociones que sentimos frente a la enfermedad, así como para mejorar la ansiedad o la depresión que pueda causarnos.

Aunque al principio suene extraño, los cuidados paliativos también pueden ocuparse de los efectos que el cáncer pueda tener en nuestra espiritualidad. Y es que, en muchos casos, frente a un diagnóstico tan duro, muchas personas se acercan más a la espiritualidad. O todo lo contrario: se alejan de ella y necesitan asistencia para gestionar eso.

Además de estos, también pueden ayudarnos en aspectos más prácticos, como cuestiones económicas o relacionadas con el trabajo.

cuidados paliativos

Equipo de cuidados paliativos

No es necesario un equipo muy grande que se encargue de los cuidados paliativos. Normalmente, suele bastar con un médico y un enfermero de cuidados paliativos y un trabajador social. Este último podrá ayudarnos en nuestro día a día, además de ayudarnos con los aspectos prácticos como buscar alojamiento frente a un traslado. Suele haber algún psicólogo y psicólogo infantil, para encargarse tanto de nuestra salud mental como de la de nuestro hijo.

De todas formas, hay muchas más personas que pueden formar parte de este equipo. Pueden ser farmacéuticos, consejeros espirituales, nutricionistas, fisioterapeutas, voluntarios… Dependiendo de las necesidades que tenga nuestro hijo y que tengamos nosotros, será un equipo más grande o más pequeño.

Comunicación

Es extremadamente importante comunicarnos con nuestro equipo de cuidados paliativos para que nos ayude de la mejor manera posible. El objetivo es trabajar de manera conjunta con ellos para conseguir que la enfermedad de nuestro hijo se nos haga lo más llevadera posible. Por eso, nuestro principal consejo es mantener la mente abierta e intentar crear una relación de confianza con nuestro equipo. Así, el resto será más fácil.

Al principio, no tengas miedo o vergüenza de preguntar todas las dudas que tengas. Es normal no saberlo todo desde el principio, y el equipo no tendrá problema en responderlas. Puede ayudarte apuntar las preguntas que te vayan surgiendo en una lista, y así te asegurarás de que no se te olvida ninguna.

La observación también es importante. Nos observaremos a nosotros mismos, para ver cómo no está afectando la situación, pero también a nuestro hijo, especialmente si es pequeño. Anotaremos los cambios que haya en él para enseñárselos a nuestro médico, aunque sean cosas pasajeras. Apunta cuándo ocurren, con cuánta frecuencia y con cuánta gravedad. Así, también se podrán tratar los cambios que van apareciendo.

Por último, si aún no os han ofrecido daros cuidados paliativos, recuerda que puedes pedirlos si crees que los necesitas.

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¿Conoces las diferencias entre el cáncer infantil y el de adultos?

El cáncer es, sin duda, una enfermedad muy dura tanto como para la persona que lo padece como para aquellos que estamos a su alrededor. Sin embargo, puede ser muy diferente dependiendo de quién lo tenga. Es el caso del cáncer infantil. Y es que, aunque pueda haber parecidos entre adultos y niños, normalmente son muy diferentes. Hoy repasaremos esas características que los diferencian.

Diagnóstico

En el caso de los adultos, suele hallarse la enfermedad bastante pronto, en las primeras etapas del tumor, por lo que es más fácil de curar. Esto puede ser porque, por ejemplo en el caso de la población de riesgo se hacen pruebas y chequeos periódicos. Entonces, se localizan antes los problemas y se empieza antes el tratamiento.

Pero esto no es así en el caso de los más pequeños. Muchas veces, no pensamos que nuestro hijo pueda estar enfermo hasta que hay algo que hace que nos preocupemos. Y aún entonces, no se les suelen hacer las pruebas. Tampoco podemos culpar a los sanitarios de esto, teniendo en cuenta lo poco frecuente que es el cáncer infantil (Menos del 0,5% de los cánceres diagnosticados).

Además, en el caso de los adultos hay algunos factores de riesgo (como por ejemplo, algunos hábitos) que suelen tenerse en cuenta a la hora de buscar un diagnóstico, cosa que no ocurre con los niños.

La única solución para esto es apoyar la investigación, para así poder diagnosticarlos antes y que, por lo tanto, el tratamiento no sea tan duro. Ahora no se está investigando mucho porque, como decíamos antes, es una enfermedad muy poco frecuente y se suele investigar más sobre enfermedades más frecuentes. Aún así, en La Cuadri del Hospi, tenemos bastantes proyectos a los que puedes aportar para ayudarnos a avanzar con la investigación.

Tipos de cáncer infantil y adulto

No es solo que el cáncer infantil sea menos común que el de adultos, sino que los más comunes también son de diferentes tipos.

En el caso de los niños, los más comunes son los linfomas, el cáncer de hueso, los tumores y la leucemia. Resulta que esos tipos también son los más difíciles de diagnosticar, por lo que, a lo que ya hemos visto se le suma la dificultad del diagnóstico.

Dependiendo de la edad, las probabilidades de un tipo de cáncer u otro pueden variar. Por ejemplo, el 80% de los tumores cerebrales diagnosticados se da en personas de entre 10 y 15 años, y el linfoma no-Hodgkin es más común en niños de corta edad.

En el caso de los adultos, en cambio, los más comunes son el de mama, colon, pulmón y próstata. No son tipos tan comunes de cáncer infantil porque, al ser pequeños, por decirlo de alguna manera, esos órganos no han tenido tiempo de dañarse.

De todas maneras, los que hemos nombrado aquí son los tipos más comunes de cáncer, lo cual no quiere decir que no haya más.

Diferencias en el tratamiento

Con el cáncer infantil, suelen utilizarse los mismos tipos de tratamientos que con los adultos: quimioterapia, radioterapia, transplantes de células madre… Pero la duración o la cantidad de tratamiento que necesiten suele ser bastante diferente, y muchas veces los niños suelen tener que ir a otras Comunidades Autónomas a recibirlo. Eso no tiene por qué ser una mala experiencia, ya que se juntan con otros niños con experiencias similares, pero no deja de ser una dificultad para la familia.

Pero no todo va a ser malo: también es verdad que en el caso del cáncer infantil se suele responder mejor ante el tratamiento. En muchos casos, el cuerpo de los niños responde mejor al tratamiento que el de los adultos, y pueden recibir dosis más altas antes de que lleguen los efectos secundarios. Eso es porque, además de tener cuerpos y necesidades diferentes, los órganos de los adultos ya están algo dañados antes de empezar el tratamiento, sea por enfermedades, malos hábitos o simplemente por el paso del tiempo. Además de eso, parece que los niños también se recuperan antes de la quimioterapia, por lo que será algo menos difícil para ellos.

De todas formas, hay que tener en cuenta que, por las diferencias entre el cuerpo de un adulto y el de un niño, hay ciertos medicamientos y tratamientos que no pueden utilizarse en el caso del cáncer infantil, porque podrían no ser seguros para los más pequeños.