Por las cosas que hemos visto, oído o vivido, cuando alguien habla de un hijo o hija con Cáncer, nos vienen a la cabeza todas aquellas cosas que suelen pensarse sobre el Cáncer, y normalmente la primera palabra que se nos pasa por la cabeza es muerte, o, al menos algo muy serio y muy duro. Y aunque esos pensamientos sean normales al principio, también tenemos que tener el cuenta que el porcentaje de curación en niños es del 75% y que normalmente, pueden volver a tener una vida normal.
Primeros pensamientos
No vamos a mentir, que nos den este diagnóstico… es una experiencia muy dura. Por eso, al principio muchas veces reaccionamos enfadándonos, negando la realidad o sintiéndonos tristes y con miedo, o incluso culpables. Estas reacciones al igual que los otros sentimientos o preocupaciones que podamos tener, son completamente normales y válidas. Date el tiempo que necesites para sentirte así, y no dudes en pedir ayuda si la necesitas. Verás como poco a poco, se irán viendo las cosas más claras e irás hallando las respuestas a esas preguntas que tienes.
También es frecuente preguntarse cosas como: ¿Cómo no he podido darme cuenta? o ¿He hecho algo mal? Esos sí que son el tipo de pensamientos que intentaremos apartar de nuestra mente. Tienes un hijo con Cáncer, sí, pero la culpa de la enfermedad no es de nadie, tampoco la tuya. El Cáncer infanto-juvenil es una enfermedad que se suele tardar en detectar: tiene síntomas que son fáciles de confundir con otras enfermedades. Y no, tampoco podías haber hecho nada para evitar que ocurriera.
Pregunta, pregunta y pregunta
Es muy probable que no entiendas toda la información que te den sobre tu hijo con cáncer. Posiblemente te hablen utilizando términos o conceptos que aún no conozcas, o que no entiendas del todo. Además, justo después del diagnóstico, solemos tener la cabeza tan ocupada con preocupaciones que no retenemos tan bien la información. Por eso es recomendable ir al médico cuando se nos haya pasado el primer impacto. Así, tendremos la cabeza algo más tranquila y entenderemos mejor lo que nos expliquen.
Si hay cosas que no entiendes o que no te queden muy claras, no tengas vergüenza en hacer preguntas. Es normal no conocer todos los términos médicos que nos digan y no hay nada de malo en preguntar aquello que no entendamos.
Podría ser que al no tener respuestas acabáramos enfadándonos con los médicos. En esos casos, tenemos que intentar mantener la cabeza fría, confiar en ellos y recordar que si no nos dan respuestas es porque ellos tampoco las tienen. Como cada niño es distinto, necesitan tiempo para ver cómo evoluciona nuestro hijo y cómo reacciona al tratamiento.
Apoyo
Cuanto más puedas apoyarte en otras personas, más llevadero se te hará. Pueden ser familiares, amigos, amigas u otros padres o madres que hayan pasado por esa situación, como La Cuadri del Hospi. Nadie dice que así vaya a ser un camino de rosas, pero sí que te beneficiará bastante, además de que puedan darte ánimos. tranquilizarte.
Con esas personas, expresa tus sentimientos y tus miedos y explícales cómo quieres que te traten, tanto a ti como a tu hijo o hija. Te ayudará a aliviarte un poco y esas personas podrán ayudarte. Si lo necesitas, acude a un profesional. Es algo completamente normal y no tienes que sentirte culpable por ello.
Más que un hijo con cáncer
Aunque puedas apoyarte en personas que tienen a sus hijos en la misma situación, también te ayudará alejarte un poco del ambiente del hospital, de los médicos… Eso no quiere decir que os vayáis lejos y dejéis de lado todo lo demás: lo que queremos decir es que busques un círculo fuera de toda esta situación para despejarte un poco. No tiene por qué ser un nuevo grupo de amigos ni nada por el estilo. Puedes intentar que tus conversaciones con tu familia o amigos no giren siempre entorno a ello. Hablad de cosas diferentes que no tengan que ver con la enfermedad.
También es recomendable seguir con el día a día en la medida de lo posible. De no hacerlo, probablemente acabarías cayendo en el bucle de médicos y hospitales y no saldrías de ahí. Siguiendo la cotidianidad, lo evitarás en mayor o menor medida, y el hospital volverá a ser un sitio temporal. También intenta descansar y cargar pilas para dar lo mejor de ti y mejorar tu estado de ánimo. Y por supuesto, recuerda disfrutar de las cosas buenas que te ofrece la vida, que aunque cueste verlas, siguen estando ahí. ¡Ánimo con todo!